Equinoccio

¿Por qué caían las hojas antes del otoño?
Miré a mi alrededor, convencido de que debía de ser un error, que quizá mis ojos me habían jugado una mala pasada.
Mas mi mirada indagatoria solo pudo convencerme de la verdad arrolladora. Las hojas, en efecto, caían a mi alrededor; mariposas color tierra que sedientas, quebradizas, iban a morir a mis pies.
No podía si no preguntarme por qué el verano se había ido tan pronto. Parecía ayer el día en que las flores habían ofrecido sus petalos al dorado beso del sol del solsticio, y sin embargo ahora los cerraban sintiendo la proximidad del frío.
Levanté mi cabeza y miré hacia la copa de los árboles. Me impresionó recordar el vivo verde que ostentaban hasta hace poco, y compararlo con las raquíticas desnudas ramas de ahora, acariciadas por el sol del ocaso y abatidas por el viento autral; mismo que levantaba las hojas secas y hacíalas bailar por un momento, para caer rendidas en el suelo al siguiente.
Un escalofrío me regresó de nuevo a la calle. Apreté mi abrigo contra mí y apuré el paso. Ahora faltaría menos para el invierno.